Tengo esta muñeca desde bastante tiempo y aun la sigo
teniendo hasta ahora.
Era una hermosa muñeca de porcelana, ya sabes, muy similar a
la mayoría de las muñecas de porcelana. Yo era igual que ella; rizos rubios,
largos y ondulados, ojos negros, con un hermoso vestido rojo y rosa, con una
típica cinta con encajes en los bordes.
Era una muñeca que recibí de mi madre a una edad temprana. A
esa edad yo siempre pensé que era una muñeca muy bonita. (Una apariencia
perfecta.) Mi abuela tenía casi cincuenta de ese tipo. Todas ellas hermosas,
perfectas muñecas de porcelana. Pero esta en particular, la rubia con el
vestido rojo, la recordaré por siempre.
Debido a que esta es la que me llevaría a mi muerte.
Yo vivía sola desde hace un tiempo, hasta ahora. Acababa de
ingresar en la universidad, viendo toda mi vida presentándose ante mí y todo lo
que tenía que hacer era ir y escoger lo que quería. Tan fácil como eso. Estaba
apuntada a Psicología. (Una asignatura que estaba empezando a respetar y
disfrutar en los últimos tres años.) En vista de que mi madre era enfermera y
mi padre un terapeuta, fue una elección obvia para mí. Pero mudarme tan lejos
de todos mis amigos y familia no era tan fácil como pensaba.
Claro que, mi compañera de cuarto era una buena persona,
pero tal vez no tan habladora como yo esperaba. Yo no era una persona justamente
de quedarse sentada tranquila en mi habitación y nunca hablar, hasta que tuve
que hacerlo.
Me gustaba salir, ver a mis amigos…Pero no tuve tiempo ni
amigos alrededor. Nadie quería hablar conmigo, al menos yo quería la ayuda de
mi maestro en la escuela o que mi compañera de cuarto se olvidara de comprar la
leche. Algo que decir por lo menos.
La tarea era la única cosa que me mantenía distraída y me
evitaba sentirme sola. No tenía tiempo para intentar siquiera hacer amigos. Los amigos eran una cosa tonta, después de todo. No
tuve tiempo para ir a fiestas y tal vez encontrar a alguien. Era inútil de
todos modos y mi padre me despellejaría viva si no me centraba en los estudios.
La única cosa que había traído de casa para acordarme de mi
familia era esa muñeca. La muñeca se encontraba en el escritorio frente a mi
cama, sonriendo para mí cuando necesitaba alguien con quien hablar o
simplemente mirando sobre mí mientras yo dormía. Era yo y esa muñeca todo el
tiempo. Esa maldita fea muñeca.
Conforme pasó el tiempo, empecé a alejar de mí más y más
lejos cualquier contacto humano posible. El trabajo escolar estaba consiguiendo
terminar conmigo y el arrepentimiento de haber venido aquí comenzó a llenar mi
cabeza.
Pero no podía abandonar ahora y volver a casa, no después de
que mis padres habían pagado todo para la universidad y el coche para llegar
hasta aquí. Yo solo tenía que quedarme y dar lo mejor de mí. Realmente me
esforcé. Pero con cada día que pasaba, el odio de la gente me cogió afecto y yo
necesitaba horas sola, sentada en mi habitación para calmarme. Se me estaba
haciendo más difícil salir cada día. Mi compañera de cuarto me despreciaba, lo
noté. Pero yo no la culpo, Estaba actuando como una idiota. Me negué a hacer mi
parte de las tareas diarias; limpiar el piso, sacar la basura…
Pero no podía hacerlo, estaba siendo arrastrada a un agujero
oscuro.
Y con la soledad vino la paranoia.
Al principio acepté el estar sola. Pero había llegado a un
punto en el que empecé a darme cuenta de mi tonto comportamiento, tratando
demasiado de estar fuera del alcance de la gente por medio de decirles que no
me sentía bien. No era solo el estrés, tampoco nadie tenía tiempo para hablar
con una estúpida estudiante universitaria. Eran solo los nervios, eso esperaba
que fuera. Me encerré en mi habitación y no podía salir más. Tuve que enviar
mensajes a mis profesores y cancelar las clases, día tras día, pero no importaba,
ellos no mandaban a nadie en mi búsqueda. Así que seguí dando vueltas en mi
habitación, pasando semana tras semana, era un círculo maligno del que no podía
salir.
Entonces sucedió, mi habitación se convirtió en mi jaula, no
quería comer, no podía. Incluso se llegó al punto de que mi compañera de cuarto
venía a llamar a mi puerta para ver que todo estaba bien, pero yo no le abría,
solo gritaba en respuesta, que ella se fuera, y así lo hizo.
Yo no le importaba lo suficientemente como para hacer un segundo
intento, nunca volvió a mi puerta de nuevo. Era solo yo, yo y mi muñeca mirando
sobre mí y notando cada aliento que tomaba.
Luego estaba esa noche.
Esta noche, en realidad.
Fue una noche en la que yo estaba tan acostumbrada a estar
sola, que ni siquiera me molesté en encender las luces cuando me levanté de la
cama, me puse el jersey y me até las converses antes de salir de mi habitación,
de la que no había salido en tantos días. Necesitaba aire fresco y mi ventana
estaba rota, incapaz de abrirse. Fue en medio de la noche, tal vez incluso de
la mañana. Todavía estaba oscuro afuera, así que supuse que era todavía de
noche, a pesar de que no lo había comprobado en ningún momento, no podría
importarme menos.
De todos modos, era un coñazo salir de la habitación para no
despertar a mi estúpida compañera de piso y abrirla. Todo lo que necesitaba era
salir por un minuto o dos para tomar un poco el aire, tal vez salir a comprar
unos cigarros. Me había prometido a mi misma el dejar de fumar, pero últimamente
era lo único que había estado haciendo, fumar. Solo me escapé a altas horas de
la noche para ir a buscarme nuevos cigarrillos. Era una mala cosa, lo sabía,
pero era la única cosa para seguir adelante y que me mantiene despierta y
segura.
Pero esa noche en particular, había algo extraño, alguien
había abierto la puerta de la calle. Eso no le había ocurrido nunca antes, y
pensaba que el propietario siempre tenía vigilado el mantener todo bajo llave
en todo momento. No pasa nada. Solo cogí la caja roja del bolsillo y comencé a
fumar. Lo bueno de la noche fue que no había nadie alrededor, nadie que me
molestase con sus estúpidas voces. Estaba todo tranquilo, tal vez solo un coche
circulaba por ahí, pero por entonces, no más que eso. Se estaba tranquilo.
Unos minutos después de coger un poco de frío en mi caliente
piel y un poco de humo en el interior mis pulmones, decidí volverme y tal vez
tratar de ver un poco la televisión. Nada bueno se emitió en la noche, pero
siempre valía la pena intentarlo.
Di un paso atrás en el edificio y me encogí de hombros al
notar el último poco de frío que vino de afuera, preparándome para colarme de
nuevo en la habitación. Pero tan pronto como llegué a la escalera, había algo
en el camino, o alguien. Alguien estaba de pie en las escaleras.
Tuve que admitir, que me hizo asustarme hasta cierto punto,
pero un segundo después, ya estaba de vuelta en mí, “No emitir ni un solo
mierda” Me dije y traté de subir las escaleras
sin confrontar a la persona de pie en el camino. Al principio pensé que era mi compañera de
cuarto, pero la sombra de la persona era demasiado…varonil, demasiado grande
para ser la pequeña compañera de piso que yo conocía.
Traté de pasar al extraño desconocido y solo me golpeé un
poco con su codo, pero él no se movió ni habló, él se quedó allí. Eso me estaba
asustando, el escenario era demasiado extraño, pero por supuesto, había más
estudiantes en este edificio de apartamentos a la espera de asustar cagando de
miedo a algún otro pobre estudiante de primer año, pero yo no era de las que se
dejan engañar.
Pero me detuve hasta que oí un sonido, era uno de esos
sonidos de los que solo causaban la ruptura de concentración de golpe. Era…hipnotizante,
siniestro, irritante. No podía continuar, por lo que solo me congelé en mi
posición y traté de dar la vuelta para mirarlo.
Al principio, se escuchó un crujido (el sonido que me había
asustado), luego estaba sollozando, era la voz de un hombre joven sollozando.
Pero no era humano, si tal vez en algún grado, pero la voz se estaba lanzando
para arriba; como si se rompiera a través de una mala pantalla de televisión
inactiva. Me quedé a solo unos pasos de distancia de la sombra del hombre,
quería romper con mi estado de congelación mental repentina. (Pero no pude, me
quedé atrapada, mis pies se había clavado en las escaleras.)
Yo estaba tratando de hablar, pero él habló antes de que
tuviera la oportunidad de hacerlo. La sombra se estaba haciendo más fácil de
ver ahora, ya que pasar algo de tiempo en la oscuridad ayudó a la visión a
aclarar las cosas. Él llevaba una especie de chaqueta negra, todo negro, un
gorro cosido, con cuerdas cayendo fuera de un agujero en la parte posterior,
también negro. Su pelo estaba destrozado, pero largo, como si él no hubiese
sido capaz de cortárselo por un tiempo…o de lavárselo.
Su apariencia fue un empañamiento en el interior de mi
mente, pero su voz me pareció como una daga en mis oídos. Cuando habló, él hizo
otro ruido apagado, como una radio rota, pero habló, con palabras. Traté de calmarme,
pero yo ya estaba demasiado asustada como para poder llegar a relajarme.
“Estás aquí sola, ¿O
no?”
Tragué saliva. El pensamiento de que alguien me espiaba todo
este tiempo se estaba llenando en mi cabeza provocándome ganas de vomitar,
sintiéndome asqueado por ese hombre y su voz. Sacudí la cabeza, no respondí, ya
no podía darle una respuesta, debería haberlo hecho, tal vez habría mejorado la
situación, tal vez yo no estaría aquí ahora, asustada por mi vida, pero lo
estaba, y yo sabía que el lo sabía también.
Pero cuando no le di la respuesta que esperaba, se volvió
hacia mí. Y la vista que tenía era de una de las más aterradoras, pero
fascinantes caras que jamás había visto. Él no tenía cicatrices ni heridas de
ninguna forma para hacerme sentir incómoda por su apariencia.
Pero en sus ojos y boca había un brillo extraño, tenía un
resplandor naranja oro, llenando sus dos ojos y boca. Los dientes brillaban a
través de una luz de color amarillo brillante. Brillaba en la oscuridad y
emitía una luz entre nosotros, en la escalera, el piso…En mí. Y pude ver su
sonrisa en su rostro de color grisáceo, fue entonces cuando me quedé muerta.
Eso no era humano, y yo tenía que alejarme de allí.
Rompí a través de los vínculos invisibles y me lancé
escaleras arriba, subiendo rápidamente con mis zapatos desatados, que se
estrellaron contra el suelo de madera. Huí a mi habitación sin pensarlo un solo
segundo. Con suerte, mi compañera de habitación, que me había estado ignorando
durante tantas semanas, podría oírme y llamar a la policía.
Cerré la puerta tras de mí y la bloqueé, mis pies tropezaron
conduciéndome por el suelo a dentro del armario; golpeando a mi preciosa muñeca
contra el suelo. La porcelana se rompió y grité del pánico, tratando de recordarme
a mí misma y a mis pensamientos. No hubo ningún ruido después de haber cerrado
la puerta de mi habitación. Mi compañera de piso no vino a buscarme, ya no
estaba el extraño brillo intenso en la escalera. Estábamos solo yo y mi muñeca
rota; tirada en el suelo. Traté de gritar o llorar, pedir ayuda de cualquier
forma posible. Esto no era real, me estaba volviendo demasiado loca, demente.
Después de pasar tantos meses sola, esto es lo que me estaba sucediendo. Yo
estaba tirada en el suelo, rota y hecha pedazos, ya no sabía en que creer.
No dormí, me senté en el suelo, iba y venía arrastrándome lo
mejor que pude. El cigarro que me tomé antes, ahora solo me lo sentía como una
aguja en mi garganta. Tenía sed, pero no podía salir a la cocina a beber agua. Tal
vez él estaba allí, a la espera de que saliera, pero yo no me movía del sitio,
nunca lo hice.
Pasé una hora de completo silencio en mi habitación, empecé
a tranquilizarme y me puse de pie para tratar de calmarme. Todavía tenía la
sensación de que me observaban, y yo conocía ese sentimiento demasiado bien. La
sensación de estar paranoica y solitaria, todo se reduce a eso, una depresión
nerviosa.
Una vez que recordé que la muñeca se rompió, de inmediato
comencé a tratar de poner las piezas juntas, era como la única cosa que tenía
en mente; mi mejor amiga, la muñeca. Me las arreglé para conseguir una aguja e
hilo en mi habitación y un poco de pegamento, para conseguir que la muñeca
volviera a estar como antes, pero no fue fácil. No importaba cuanto lo
intentara, las piezas de la muñeca caían de nuevo. Esto se convirtió en un
intento sin ningún fin, intentándolo una y otra vez, pero siempre caía en
pedazos.
Mi única amiga.
Empecé a cansarme demasiado del pánico repentino y la
fijación de la muñeca; acabé yéndome a mi cama. Me acurruqué junto a una
pelota, con la manta sobre mi cabeza, de manera que pudiera imaginar que ningún
monstruo de debajo de la cama pudiera llegar hasta a mí ahora. Lo único que
quería era dormir.
Yo no sabía que él iba a volver.
Esta vez fue diferente, ya que esta vez di la bienvenida. Yo
estaba cansada de correr todo el tiempo y prefería morir en mi sueño antes que
enfrentarme a estar otro día sola de nuevo, y ahora con mi única amiga rota
¿Qué se supone que debo hacer?
Fue agotador, la forma en que se acercó a mí esta vez, era
como si estuviera dormida, pero todavía podía controlar mi cuerpo, como un
sueño lúcido. Yo no me atrevía a entrar en otro día. Esta noche iba a terminar,
al igual que tenía miedo a que lo hiciera. Pero ya no me importaba nada. No
pasa nada, solo quería tener un largo sueño y nunca despertar de nuevo, y así
nunca volver a enfrentarme a la soledad de nuevo.
Él volvió a mí, con sus manos guiándome desde mi cama,
envolvió su mente alrededor de la mía mientras yo trataba de ver, pero la única
cosa que podía ver eran sus manos grises, sosteniendo las mías apretándolas
fuertemente. Pero de pronto hubo una sensación la cual no estaba segura de que
pudiera sentir, sentía que flotaba en el aire.
Al igual que un títere, cortó dos heridas abiertas en mis
muñecas, pero no…transversalmente, sino como si fuera desde el centro de mi
brazo y hacia abajo. Él alcanzó algo, músculos, algo de piel salió y quedó
colgando. La cosa iba mal, le permití hacerlo. Mi lucha se había vuelto
demasiado difícil de soportar. Y con los pedazos de músculos colgando de los
cortes de mis muñecas, empezó a tirar de ellos. Tiró de ellos como si quisiera
controlar mis brazos y cuerpo, todo se juntó en reacción a mi sistema nervioso
y esqueleto, él sabía cómo funcionaba.
Sin embargo, no había dolor, no había dolor que llegara a mi
corazón o cuerpo, solo una parte de mi mente se quedó aliviada de nuevo, fue
una sensación maravillosa.
Era como si nada más importara.
Y mientras él continuaba abriéndome el corte, comenzó a
cantar.
Ellos me llaman el
Titiritero,
Mis dedos son delgados
y mis manos están teñidas con mis lágrimas.
A los títeres yo
dirijo,
Con mis cuerdas y
sueños.
Ahora podía verlo más claro. El hombre que yo odiaba con
todas mis fuerzas, me daba la bienvenida ahora para acabar con mi eterno
sufrimiento. ¿Tal vez había sido él quien me había obligado a pensar de esta
forma? ¿Tal vez él era el culpable de todo lo que me había hecho a mí misma?
¿Era todo cosa de mi cabeza? (¿O era real?).
Ellos me llaman el
Titiritero,
No tenía amigos, al
igual que tú.
Nadie vio el valor de
mi amistad.
Pero al final ellos me suplicaron para convertirse en mis amigos,
Con mis cuerdas y
sueños.
Me tomó solo un minuto el perder el sentido del tacto. Mi
sistema nervioso había sido aplastado por la mano de ese hombre. (Esa cosa
estaba rompiendo todos los huesos de mi cuerpo.) Podía sentir como el torcía
mis costillas y mis huesos de la cadera. Todo esto para que le fuera más fácil
convertirse en el propietario de mi cuerpo. Las largas piezas de músculos
desgarrados eran ya como cuerdas; controlando mis extremidades y agitándome la
cabeza de un lado para otro. Todo lo que podía ver era su sonrisa, así que le
devolví la sonrisa.
Ellos me llaman el
Titiritero,
Mi cuerpo es oscuro y
mis ojos están hambrientos de oro.
En mis ojos, nadie
está solo.
Y con mis cuerdas y
sueños,
Tú también serás mi amigo.
La única sensación que podía sentir era su mano tirando con
fuerza alrededor de mi cuello, entonces ¡crash! Al principio, tenía miedo de ver La muerte
acercándose a mí de esa manera. Nunca había pensado en ello de esa manera, yo
habría dicho que no y rehusarme, si pudiera haber decidido todo por mi cuenta.
Pero no lo hice.
Dije sí.
Con el cuello roto y La muerte a solo un segundo de
distancia, entonces no había otra cosa que una sonrisa dorada y sus cálidas
manos, sosteniendo mis caderas como si mi cuerpo cayera.
Por la mañana temprano mi compañera de piso me encontró,
muerta. Yo estuve ahorcándome a mí misma en el ventilador del techo, asegurando
mi muerte. Había saltado de la cama. Atrás de mí, estaba esa muñeca, la muñeca
rota de porcelana con el vestido rojo y de hermoso cabello rubio. Tu te estarás
preguntando cómo estoy escribiendo esto para ti en este momento, o como
encontré la manera para ponerme en contacto contigo. Encontré lo necesario para
escribir mi historia antes de que yo desapareciera de ella.
Este es mi legado, esto es lo que estoy dejando atrás.
No podía soportar más la soledad, no podía enfrentarme a mis
propios problemas, me llevó mucho tiempo, demasiado tiempo.
Querida mamá y papá,
Lo siento mucho.
Este creepypasta fue creado por: http://bleedingheartworks.deviantart.com/